Las instituciones educativas
siguen siendo hoy espacios en los que se genera desigualdad de las mujeres en
el ámbito social.
Son acciones invisibilizadas a
través de mecanismos difíciles de. Lo mismo sucede en el ámbito del periodismo
y los medios de comunicación tal y como se aprecia en el día a día y como han
demostrado numerosos análisis de los discursos mediáticos desde una perspectiva
de género.
Los medios de comunicación, como
actores clave en la construcción de agenda, priorizan y seleccionan la
información que será parte del debate público. Los periodistas escogen
elementos de la realidad y deciden cómo comunicar aquello que se considera
noticioso. Es en esta parte del proceso en la los medios reflejan y reproducen
la discriminación también de género, tanto en la forma y los contenidos de las
noticias, de los distintos géneros periodísticos o tipos de programas, como en
la propia práctica periodística.
Esta desigualdad se aprecia no
solo de cómo tratan los medios las representaciones de hombres y mujeres (desde
el lenguaje, el tipo de noticias, etc.), sino también a través del
instituciones, organizaciones internacionales y de numerosas investigaciones e informes llevadas a cabo
desde el último cuarto del siglo XX, e impulsadas por las propias mujeres.
El objetivo es denunciar la
desigualdad de hombres y mujeres en los medios y que la comunicación que se ajuste a la valía de sus
aportaciones que durante siglos han sido dominio de los hombres.
El periodismo propone a los
periodistas que analicen la información con la que trabajan y que se pregunten
si afecta de manera diferente a mujeres y varones teniendo en cuenta la
construcción social sobre sus roles en la sociedad. Además de la situación de
desigualdad que existe entre hombres y mujeres de la comunicación el otro
problema tiene que ver con cómo se representa la mujer en los medios de
comunicación ya que es común que las mujeres sean objeto de sensacionalismo
dentro de una práctica periodística en el que el lenguaje, verbal y audiovisual
construye la realidad y con el que se produce el sexismo
Reflexionar sobre el proceso de
construcción de noticias y sus impactos debiera ser un desafío para toda la
comunidad periodística.
Los patrones culturales,
previamente establecidos y heredados de nuestros antepasados, dictaminan e
institucionalizan conceptos discriminatorios hacia la mujer y persisten en la
sociedad actual del siglo XXI.
Los tiempos cambian y algunos
valores que transmiten los medios aún no han sido modificados para adaptarse a
la realidad en que se vive. El género femenino ocupa un puesto importante en el
ámbito laboral y el discurso de los medios sigue transmitiendo un esquema
diferente, un sistema donde la mujer es relegada y pasa a un segundo plano,
excepto cuando se trata de “atraer lectores” con imágenes provocativas.
En esta época las mujeres juegan
roles cada vez más importantes en todo ámbito de la vida; Sin embargo muchas
instituciones mediáticas como los colegios o los medios de comunicación
continúan rigiéndose por un sistema discriminativo y el lenguaje que utilizan
en sus notas informativas es excluyente para el género femenino.
El lenguaje es controlador del
poder. En la mayoría de los artículos de periódico se excluyen títulos y profesiones
de las mujeres, pero no de los hombres. No se utilizan títulos profesionales en
femenino y esto crea la invisibilización de la mujer. Este lenguaje transmitido
por los medios, generan actitudes, valores y forman creencias que se reflejan
en la rutina diaria y el trato entre las personas.
El lenguaje es donde se determina
y se forma la imagen de cada persona construido de manera individual y de su propia
experiencia.
El efecto que el uso sexista del
lenguaje tiene en la perpetuación de valores y estereotipos que perjudican los
objetivos de igualdad de la mitad femenina de la población.
El lenguaje es fruto de una
historia marcada por una visión androcéntrica del mundo que ha discriminado a
las mujeres y las ha condenado a la invisibilidad.
Los medios de comunicación social
son referentes para la construcción de identidades para la formación de
nuestras mentalidades, crean ideología y, por tanto, deberían de evitar
reproducir los estereotipos y los prejuicios que se dan en la sociedad.
La socialización de las masas
está cimentada por instituciones aspectos entre los que están la familia, la
educación, la religión y los medios de comunicación. Así, la familia es la
principal fuente de culturización y transmisora de valores en el hogar, y luego
la educación que se da en los diferentes centros escolares es donde se crean
los principales conceptos para las diferentes actividades que deben realizar en
la sociedad.
Las sociedades han venido
cambiando con según el tiempo pero hasta hace pocas décadas todo giraba
alrededor del hombre y eran ellos quienes se encargaban de dictaminar leyes
para la educación tanto de la familia como para el Estado, dejando atrás el
verdadero rol de una mujer, siendo una persona pasiva que no tenía voz.
La sociedad ha impuesto
actitudes, valores, creencias, estilos y formas de vida que se vuelven
relevantes a la hora de presentar una información en los medios de comunicación.
Por lo que se considera importante mencionar que las feministas consideran que
la información presentada por los medios de comunicación deben integrar normas
que reconozcan la importancia del tratamiento del género.
La indiferencia en la gramática
para referirse a la mujer, la omisión de su nombre y cargo de una profesional
son ejemplos de la discriminación de género que están presentes en las
informaciones publicadas de los medios impresos.
Hay autores que precisan que el
papel de la mujer en el día a día es un suceso importante que merece hacer
inflexión en el lenguaje para su modificación y por lo cual “emplear un
lenguaje libre de sexismo es un asunto central para los feminismos y para
cualquier sociedad moderna que promueva la igualdad entre mujeres y hombres. Por
ejemplo en el ámbito de la educación podemos ver el sexismo en los libros de
texto escolares.
Los textos escolares promueven el
matrimonio y la maternidad como objetivos supremos para la realización
personal. A la capacidad de proporcionar afecto como la principal virtud
femenina. Que el bienestar psicológico de la familia depende de la mujer y que
ella, como madre-esposa, debe sacrificarse por su familia. Muchos hombres y
pocas mujeres aparecen en los libros de texto. Ellos son científicos; ellas,
madres. Los textos actuales siguen ofreciendo una imagen distorsionada del equilibrio
de sexos en la sociedad.
Tres de cada cuatro personajes
que aparecen en ellos son hombres. En el caso de personas reconocidas por su
aportación a la historia, la cifra asciende al 95%. Los hombres desarrollan 344
profesiones distintas, y las mujeres, 94, y ellos suelen tener trabajos
relacionados con el poder y la creación artística o cultural, mientras que
ellas hacen de madre, o artista.
Con esto, se fomentan los
estereotipos sexistas en plena época de formación de los jóvenes, se deja a las
niñas sin estímulos ni referentes de su sexo y se provoca que los niños no
encuentren razones para dar más importancia a las mujeres.
El tipo de familia que aparece en
los libros de texto responde a una imagen absolutamente convencional destinada
a reproducir los diferentes roles y funciones del hombre y de la mujer. No hay
lugar para la madre que trabaja, para el padre que realiza tareas domésticas,
ni para los padres separados, ni solteros, Todas estas situaciones quedan
reducidas o desplazadas al campo de lo anormal, marginal o no natural.
La utilización de un lenguaje
masculino en el que según el uso se incluye a ambos sexos, aparece muy
frecuentemente por el uso del genérico plural, produciendo un detrimento de la
presencia femenina.
La mitad de la población femenina
no está debidamente representada en los textos didácticos pues, siendo que la
población mundial está dividida aproximadamente en la mitad de hombres y de
mujeres.
EJEMPLO: Mi mamá me mima
MI MAMA ME MIMA, MI PAPA FUMA
PIPA: Son oraciones de textos escolares
con los que millones de niños y niñas de habla en nuestro país aprenden no sólo
a leer y escribir sino a ver como natural una realidad igualmente trivial: el
sexismo, la discriminación de la mujer frente al hombre. El sistema educativo
y, en particular, los textos escolares, suelen ser portadores privilegiados de
este problema.
Los niños de ambos sexos imitan
los modelos observados, incluyendo los presentados en los libros de texto. El
contacto con materiales sexistas puede aumentar este tipo de actitudes,
especialmente a temprana edad.
Niñas y niños tienden de manera irresistible
a seguir los modelos propuestos, principalmente cuando se les ofrecen como
indiscutibles y tan evidentes que no necesitan ni siquiera ser formulados.
Por ello, en el siglo XXI, es
necesario establecer una cultura de equidad de género por los medios masivos de
comunicación a todas las sociedades.
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